Excremento de llama, base del éxito de la civilización inca

Un estudio asegura que los excrementos del animal proveyeron suficientes cantidades de fertilizantes como para que los incas se consolidaran como una civilización agrícola.


En julio se conmemorarán los 100 años del "descubrimiento" (por parte del explorador estadounidense Hiram Bingham) del famoso sitio inca de Machu Picchu, en los Andes peruanos, con un elegante evento.

Pero los orígenes de la ciudadela inca están, probablemente, cubiertos de menos glamour del que imaginarían los invitados a esa fiesta. De acuerdo con un estudio publicado en la revista arqueológica Antiquity, el excremento de llama fue la base sobre la que se desarrolló la sociedad inca. Su autor, Alex Chepstow-Lusty, explicó que los incas se establecieron hace unos 2.700 años en la zona de Cuzco, donde está ubicada Machu Picchu, al dejar de ser cazadores recolectores y convertirse en agricultores.

Chepstow-Lusty, del Instituto Francés de Estudios Andinos en Lima, Perú, dijo que el desarrollo de la agricultura y el cultivo de maíz fue clave para el desarrollo de esa sociedad. "Los cereales crean civilizaciones", agregó.

El científico pasó años analizando depósitos orgánicos en el barro del lecho de un pequeño lago, "más bien una charca", llamada Marcaccocha y ubicada en el camino que une la parte baja de la jungla con Machu Picchu, en la montaña.

Junto a su equipo detectó una correlación entre la primera aparición de polen de maíz en el año 700 a.c. -que demostró que el cereal se podía cultivar a grandes alturas- y un incremento en el número de ácaros que se alimentaban de excremento animal.

Su conclusión fue que la "migración" masiva hacia la agricultura sólo fue posible gracias a un ingrediente fundamental: fertilizante orgánico; y mucho. En otras palabras, inmensas cantidades de excrementos de llama.

El legado de las llamas
Las llamas eran, y aún son, muy utilizadas en los Andes peruanos para transportar bienes y como fuente de lana y carne.

Marcaccocha se encuentra junto a una antigua ruta de comercio, y las llamas que transportaban bienes entre la jungla y la montaña se detenían allí a beber y a "defecar en comunidad". "Esto proveía un fertilizante fácil de recolectar para las personas que habitaban las zonas de cultivo de los alrededores", explicó Chepstow-Lusty.

Cuando los incas pasaron de comer quinoa a ingerir maíz -que contiene más calorías- su sociedad creció en la zona de Cuzco. Unos 1.800 años antes de que se volvieran agricultores, hacia el 1100 a.c., un largo período de tiempo cálido les permitió florecer como civilización, ofreciendo las condiciones de posibilidad para la construcción de grandes asentamientos de piedra, como los de Ollaytaytambo y Machu Picchu.

Hoy la civilización inca, su imperio, ya no está; fue desintegrado por los conquistadores españoles que llegaron a la zona hacia el siglo XVI. Pero sus descendientes, los quechuas, todavía utilizan excrementos de llama como fertilizante y como combustible para alimentar el fuego con que cocinan. "El valle está lleno de indígenas que mantienen una forma de vida similar a la de hace 2.000 años", señaló Chepstow-Lusty.

Cuando los invitados a la fiesta del centenario del descubrimiento de Machu Picchu lleguen allí, deberían agradecerle a la humilde llama por poder ver la maravilla arquitectónica que tienen frente a sus ojos.




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