Penetración es el término que se emplea para medir el avance o amplitud de la Internet en un país. De acuerdo a las últimas estadísticas publicadas, con datos hasta junio 2010, el Perú tiene una penetración de 27%, lo que nos ubica en séptimo lugar en Sudamérica (sin contar Surinam y Guyana) por debajo de Venezuela (34%) y encima de Ecuador (16%), Paraguay (15%) y Bolivia (11%). El Perú aporta con el 5% de los usuarios de Internet que hay en Sudamérica, donde Brasil tiene el 48.5%.
Todas estas cifras son el dato cuantitativo. Para mucha gente este dato basta. Más aún: es el que vale. Pero para algunos este dato engaña. No es confiable. Es decir, la penetración de Internet en el Perú, medida cualitativamente, no es del 27% sino mucho menos. Y esto se debe a que en el aspecto cualitativo no basta con saber si una persona tiene la conexión en casa. Se requiere saber si la usa y cómo la usa. Pero el dato más importante es determinar qué porcentaje de la vida se mueve en la Internet. Cuántas cosas de la vida real las hacemos a través de la Web.
La verdadera penetración de la Internet debería medirse en función de cuánto de la vida se ha trasladado a la Web. Es decir, deberíamos poder saber cuántas cosas que antes hacíamos en el mundo físico hoy lo hacemos en la Web. Por ejemplo, este año por fin he podido matricular a mi hija a través de la Web, sin tener que ir al colegio y pasarme media mañana en una agotadora cola. Desde luego, hace años que los recibos los pago por la Web. Esto quiere decir que este año, el colegio se trasladó a la Web y ya no tengo que ir a su local físico, casi para nada, porque hasta las consultas a los maestros se pueden hacer por correo electrónico.
No hay o no conozco una medición de la penetración de Internet que considere estos términos. Y creo que si lo hicieran, el Perú saldría muy mal parado porque acá es sorprendente la pasmosidad con que actúan, tanto el sector público como el privado, que desconocen en lo absoluto lo que significa trasladarse a la Web.
Hace unos meses me reuní con la flamante junta directiva del Colegio de Psicólogos para presentarles un ambicioso proyecto que los iba a colocar en la Internet al alcance de todos sus agremiados, ampliando todo su potencial y capacidad de servicios, con la posibilidad incluso de incrementar grandemente sus ingresos por diversos conceptos. La idea era cambiar el esquema: en lugar de que el agremiado vaya al local del Colegio, sea este el que vaya a la casa del agremiado, con todos sus servicios en linea. Al cabo de media hora me percaté de que nadie entendía. Y es que ellos aun estaban firmemente fijados a este mundo físico.
Si uno abre el portal de cualquier colegio profesional del Perú, encontrará una especie de pizarrón electrónico donde solo hay publicidad de eventos y un diseño clásico, copiado de alguna plantilla, con sus mismas típicas pestañas. Lo mismo pasa con todos los organismos públicos. Ni siquiera tienen un espacio donde recibir la comunicación de sus usuarios. La ignorancia es tal que en un reciente artículo académico, el autor mencionaba una página web y había anexado los datos de referencia, indicando el correo del webmaster como enlace. Gran parte de las páginas web que se citan como referencia en los artículos académicos, y en los silabos de las universidades, carecen de los rigores de calidad que se exigen a las páginas académicas. La mayoría de docentes ignoran que existen entidades acreditadoras como WMC o HON para el caso de medicina. En una ocasión me encontré con la página web de una loca fanática religiosa, citada como referencia académica en un curso de maestría. Si esto ocurre en el ambiente académico, ¿qué esperamos en el resto de la sociedad?
No sé si el término correcto sea penetración de Internet. Creo que sería mejor hablar de la penetración de la sociedad a la Internet. No hacemos nada por trasladarnos a la Web. Todavía nos remiten esos ladrillos de papel que son las guías telefónicas, que ya deberían dejar de imprimir. Yo las dejo en la calle completas porque me hacen bulto. ¡Ya están en la Web! Pero las siguen imprimiendo y repartiendo. Hay una gran cantidad de trámites insulsos que todavía se nos exigen, y que significan ir de una entidad a otra. ¿Para qué? ¡Si hoy las entidades públicas pueden conectarse en red y hacer las consultas en linea! No necesitamos seguir acumulando papeles.
Hasta en el interior de las universidades no se ha cambiado esa mentalidad de recopilador de datos en los trámites. Todavía molestan a los alumnos exigiendo constancias de tesorería y de biblioteca, por ejemplo. ¡Si es tan fácil que ellos ingresen por la red y averigüen si el alumno debe algo! Bastaría con abrir una ventana en su pantalla. Por suerte la mayoría de servicios públicos ya pueden pagarse en la Web, pero no entiendo porqué siguen llegando los recibos de papel. ¡Si el banco nos ofrece una constancia del pago por la Web! Y si uno necesita, lo imprime. Lo peor de todo es que nos envían recibos que tienen exactamente el mismo monto fijo cada mes. Eso no tienen ningún sentido. ¿Hasta cuándo vamos a seguir con esa mentalidad de papelucheros? ¡Vayamos a la Web!
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